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Autor para correspondencia: MVZ Cristina Yadira Gómez Sánchez
La osteoartritis (OA) es un trastorno crónico complejo y progresivo que afecta la calidad de vida de los animales, ya que conduce a alteraciones estructurales y funcionales de la articulación afectada a través del deterioro del cartílago articular e inflamación, aunque posiblemente el aspecto más importante es el dolor asociado con la afección. Dicho dolor produce un deterioro local y distante del sistema musculoesquelético como resultado de una movilidad disminuida y alterada. La OA generalmente tiene una etiología multifactorial con un fuerte componente genético como enfermedades metabólicas del hueso. Además, puede verse exacerbada por el estilo de vida del animal, incluida la dieta y el nivel de ejercicio. La evidencia más reciente revela que las vías degradativas están influenciadas sustancialmente por mediadores inflamatorios liberados del hueso subcondral.
Rx Medio Lateral De Un Codo Felino Con Oa Sparks Et Al 2010
La OA es la enfermedad articular más diagnosticada en perros. Por otro lado, en gatos es una enfermedad frecuentemente subdiagnosticada y por lo tanto no tratada, esto es debido a las limitaciones que se tienen para evaluar a los gatos con dolor. Actualmente, el método para diagnosticar OA se basa en una combinación de anamnesis, historial médico y los hallazgos del examen físico/ortopédico y radiografías. Una manera de facilitar el diagnóstico es educando al dueño para que reconozca las señales de dolor articular, como cambios en el comportamiento y actividad de la mascota, y proporcionarle formatos para que documenten estos cambios. Se cuenta con varias opciones como el índice de dolor musculoesquelético felino y el test de osteoartritis en perros de de Liverpool para perros. Estos índices también ayudan a evaluar el éxito del tratamiento indicado, ya que se les da un valor cuantitativo a las observaciones del dueño y del MVZ.
El veterinario clínico cuenta con muchas opciones para mejorar la calidad de vida de sus pacientes con OA, las recomendaciones actuales se basan en el control del peso, la modificación del ejercicio, y los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). También se puede apoyar de otras sustancias con efecto antiinflamatorio como los ácidos grasos ω-3.
Los AINEs disminuyen de manera significativa la inflamación y, por lo tanto, el dolor articular. Esto estimula el movimiento y ejercicio normal de la mascota. Los AINE selectivos de Cox-2 pueden disminuir la inflamación persistente de bajo grado. Según las guías para el control del dolor en perros y gatos, el meloxicam proporciona un buen control del dolor osteoartrítico con efectos adversos mínimos al usarlo a largo plazo. Además, en un estudio se encontró que puede cortar el ciclo vicioso de inflamación y deterioro articular.
Se pueden tener reservas en tratar la OA con AINEs a largo plazo, por miedo a sus posibles efectos secundarios. Sin embargo, estudios recientes han comprobado la seguridad en este tipo de tratamientos, siempre y cuando se lleve un monitoreo constante del paciente y se respete el tiempo de aclarado del organismo. El monitoreo debe incluir revisiones clínicas, estudios sanguíneos y evaluación del éxito del tratamiento tanto por parte del dueño como por el MVZ. Se ha reportado el uso seguro de meloxicam hasta por 21 días con un tiempo de descanso de 2 semanas, durante ese tiempo no hubo cambio en sus valores hematológicos o en química sanguínea, ni efectos adversos observables.
La OA es la enfermedad articular más prevalente en perros y gatos. Es el resultado de un ciclo vicioso de inflamación de las articulaciones, que conduce a la degeneración del cartílago, remodelación ósea y a la estimulación de mediadores inflamatorios en la articulación. Este ciclo se puede cortar con el uso de AINEs con preferencia por el COX-2 como el meloxicam, ya que tiene un rápido efecto sobre la inflamación y el dolor, mejorando la calidad de vida de las mascotas. Las microalgas como el Schizochytrium spp. han probado ser una rica fuente de ácidos grasos como el DHA y EPA, que se han demostrado tener un efecto antiinflamatorio a través de la reducción de la producción de leucotrienos y prostaglandinas en las vías de la lipoxigenasa (LOX) y la ciclooxigenasa (COX).
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